Katie Craw es una joven madre de 26 de años, de Pentre Maelor, Gales, que junto a su pareja, Rob Ellis, de 29 años, decidieron esperar a que su hijo mayor, Jacob, tuviera 4 años para planear un segundo embarazo.
Tras el segundo mes de intentarlo, estaba esperando un bebé según lo planeado y no podían estar más felices.
Se prepararon con gran ilusión hasta que llegara la semana 12 para el eco de control donde sabrían si tendrían niño o niña (siempre pensaron en singular y qué equivocados estaban).
Fueron al Hospital Wrexham Maelor y estaban a punto de recibir la noticia que conmocionaría sus vidas
Katie cuenta que tuvo la sospecha de que algo diferente pasaba con este bebé, ya que la ropa de maternidad de su embarazo anterior en realidad le quedaba bastante justa y juraba que tenía más semanas de gestación de las que debería.
«Cinco segundos después de que la ecografista me pusiera el escáner en la barriga, me pidió que respirara profundamente. Pensé que iba a decirme algo muy malo pero salió con: Puedo ver tres latidos del corazón».
«Sabía que no bromeaba y me dijo: Te lo estás tomando bien. Y yo le dije: ¡No me lo estoy tomando muy bien!», recuerda en medio del shock que sentía sin poder digerir la noticia.
«Nos llevaron a una habitación lateral. Estaba llorando y Rob estaba tan blanco como una sábana», agregó. En ese momento, los médicos pensaron que sería un parto de trillizos como cualquier otro.
Por lo general, con los trillizos, se fertilizan dos huevos y uno se divide en dos, formando gemelos. Por lo que debían nacer 2 idénticos y otro diferente, pero nada de eso sucedió…
No había mucho de qué preocuparse, porque le dijeron a Katie que podría dar a luz sin complicaciones. Pero 2 semanas después hicieron un descubrimiento que derribó toda la ciencia y el parecer de los médicos, dejándolos a todos sin palabras.
Cada bebé venía en su propia bolsa, por lo que provenían de un solo huevo que se dividió en 3… ¡Serían 3 hermanitos idénticos!
Pero en la semana 26, los médicos empezaron a preocuparse seriamente. Tommy, que era el bebé más cercano al canal de parto, parecía que no estaba aumentando de peso. Así que fue derivada a otro hospital especializado en Liverpool.
Allí los médicos le dijeron que no querían contradecir a sus otros colegas, pero que nacieran idénticos era realmente imposible.
«Ni yo mismo en toda mi experiencia he visto algo así», le dijo el doctor.
Pero sinceramente, Katie, en este punto ya estaba tan conmocionada con que serían 3, que ya le daba igual cómo habían llegado allí, sólo le importaba que nacieran sanos y que no hubiera complicaciones en el parto.
Finalmente, no todo salió como planearon, en la semana 30, Katie empezó con contracciones y tuvo que ser intervenida en una cesárea de emergencia.
Y ¡oh sorpresa!, el pasado 9 de febrero, Tommy, Joshua y Eddie vinieron al mundo perfectamente idénticos
El médico dijo que debía comerse sus propias palabras, ya que nunca había visto algo así, y el parto que atendió quedará para los libros.
Katie superó todas las probabilidades en un parto concebido de manera natural en el que 1 huevo fertilizado se dividió en 3. Algo que sucede 1 en 200 millones, según la ciencia
La joven pareja simplemente no podía creer que de la noche a la mañana su familia se hubiera duplicado.
Katie y Rob dijeron que tuvieron que dejarles las etiquetas del hospital a sus bebés para poderlos reconocer en casa.
Tommy nació a las 17.50 con un peso de 0,90 kg; Joshua, a las 17.51 con 1,36 kg; y Eddie, a las 17.52 con 1,36 kg
Los pequeñitos tuvieron que permanecer en el hospital porque al nacer tan bajos de peso debían ser monitoreados. Una vez que 2 de ellos ya estuvieron bajo control, después de 7 semanas fueron enviados a casa, mientras que el tercero lo hizo una semana después.
«Estaba dentro de una burbuja de emoción, pero muy asustada», reconoció la madre.
El pasado 10 de abril finalmente Jacob pudo abrazar a sus 3 hermanitos que le llegaron como un regalo del Cielo
«Ahora que están aquí, siento que estoy en una burbuja de felicidad. Son absolutamente sensacionales. Han sido un rayo de sol en medio de la penumbra del COVID-19», dijo Katie.
«Fue difícil no tenerlos a todos juntos. Hubo momentos en que me sentí realmente sola y no veía el día de poder abrazarlos a todos».
Agradeció que sus pequeños no tuvieron ninguna complicación, la maravillosa atención de todo el personal en el hospital y hasta la solidaridad de los vecinos después de encontrar en su puerta bolsas de pañales y productos para bebés que le fueron dejando de manera anónima.
Nos alegramos por el maravilloso don de la vida, estos bendecidos padres seguramente rodearán a sus pequeñitos de todo el amor que merecen. Comparte este grandioso nacimiento con tus amigos.
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