Cuando Rebecca Callaghan quedó embarazada no imaginó lo difícil que sería su embarazo y mucho menos que dentro de ella se gestaba una verdadera guerrera.
En el 2010, a Callaghan le indujeron el parto por el exceso de líquido alrededor del feto.
Por fortuna todo salió como los médicos esperaban, pero la pequeña nació con una extraña marca en el rostro.
Una mancha púrpura se extendía desde la cara hasta el cuello de la recién nacida Matilda Callaghan y de los médicos no pudieron dar una explicación inmediata y atribuyeron el asunto a una especie de hematoma.
Treinta minutos después, los especialistas dirían que se trataba de una marca de nacimiento, pero el asunto era mucho más grave.
Matilda fue diagnosticada con el síndrome de Sturge Weber cuando tenía dos semanas de vida. Se trataba de un trastorno neurológico y cutáneo poco frecuente que causa dificultades de aprendizaje, parálisis y convulsiones.
La niña también había nacido con agujeros en su corazón, lo cual dificultaba aún más su supervivencia.
Matilda enfermó de gravedad y rápidamente fue trasladada al Hospital de Niños Adler Hey en Liverpool, Inglaterra.
“No pudimos viajar con ella porque estaba tan enferma. Mientras estábamos mirando cómo la llevaban, no sabíamos si la volveríamos a ver. Estábamos tan emocionados por la llegada de nuestra bebé, ahora en cuestión de horas que no sabíamos si la veríamos viva de nuevo», dijo Rebecca.
Con sólo dos meses de nacida, Matilda ya había sido sometida a dos operaciones a corazón abierto. Por fortuna, esta pequeña actuó como una guerrera y las cirugías resultaron todo un éxito.
Los médicos aseguraron a los padres de Matilda que la niña sobreviviría, pero sus marcas de nacimiento se irían extendiendo y podrían demorar hasta 16 años es desaparecer a través de tratamientos láser.
Para Rebecca y su esposo, la apariencia diferente de su pequeña no sería ningún problema, ellos sólo deseaban tener a una hija sana y que el síndrome no causara más estragos en su salud. Sin embargo, a medida que la niña fue creciendo las miradas incómodas de la gente comenzaron a aparecer.
Esta familia intenta llevar una vida normal y la pequeña de ahora 10 años ha pasado por múltiples tratamientos para deshacerse de las marcas.
“Ella recibe tratamiento cada dos meses, y el láser hace que se vea más roja, y su rostro queda cubierto de manchas, que después se desvanecen gradualmente de nuevo. Vemos cómo la gente mira a Matilda cuando sale, especialmente después de que recibió el tratamiento con láser, lo cual es doloroso”, explicó Rebecca.
La afección que sufre Matilda le ha causado glaucoma, lo cual le impide ver bien, además, la pequeña tampoco puede caminar por sí sola sino que lo hace con la ayuda de una silla especial.
Pero lo más difícil en todos estos años ha sido la mirada de la gente alrededor, quienes a menudo señalan a los padres como responsables de la apariencia de la niña sin saber que se trata de un síndrome.
“La gente piensa que somos malos padres, que de alguna manera hemos causado que Matilda se vea así. Simplemente ven lo que está frente a ellos y sacan conclusiones hirientes.
Desearía que pudieran ver más allá de la marca de nacimiento y ver qué pequeño ángel maravilloso es ella”, expresó la madre.
A pesar de todo lo que ha tenido que pasar, Matilda siempre ha sido una niña sonriente y sus padres luchan cada día a su lado para combatir el síndrome. Aunque a muchas personas les parezca diferente y no midan sus miradas o palabras, Matilda es simplemente un gran milagro y con su luz cambió para siempre la vida de toda su familia.
La vida de esta niña no ha sido nada fácil y mucha gente le ha hecho más duro el camino, comparte su historia, entre todos debemos luchar contra los prejuicios.
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