Maria-Eve siempre había sido una amante de los animales, especialmente de los gatos. Vivía en Montreal, Canadá, y solía pasear por las calles de su barrio en su tiempo libre, siempre buscando a algún gato callejero que necesitara su ayuda. Pero un día, mientras caminaba por la calle, se topó con un gatito que le robó el corazón.
Este gatito había vivido muchos años en las calles de Montreal, por lo que tenía mal aspecto, estaba sucio y no confiaba en las personas. Maria-Eve se acercó a él, hablando en voz baja y suave, pero el gatito huyó asustado. Maria-Eve intentó acercarse a él varias veces ese día, pero siempre con el mismo resultado.
© Foto: Facebook / Chatons Orphelins Montréal
A partir de ese momento, Maria-Eve decidió que tenía que ayudar a ese gatito. Cada día, después de trabajar, se dirigía a la calle donde había visto al gatito y trataba de acercarse a él. Durante 22 días, Maria-Eve intentó rescatar al gatito, pero siempre sin éxito.
Un día, decidió probar algo nuevo. Compró un pedazo de carne y lo colocó en la calle donde había visto al gatito. Al poco tiempo, el gatito apareció y comenzó a comer la carne. Maria-Eve se acercó a él lentamente, hablando en voz baja y suave, hasta que finalmente logró acariciarlo.
Maria-Eve llevó al gatito al refugio Chatons Orphelins Montréal, donde una voluntaria llamada Lily se hizo cargo de él. Lily le dio un hogar de acogida al gatito, al que llamó Marcel. Durante los primeros días, Marcel era tímido y asustado, pero Lily fue paciente y cariñosa con él, y poco a poco Marcel comenzó a confiar en ella.
© Foto: Facebook / Chatons Orphelins Montréal
Marcel disfrutaba ronroneando y siendo acariciado por Lily. Cada día, su confianza en las personas crecía un poco más, y Marcel comenzó a mostrar su verdadera personalidad, un gato cariñoso y juguetón.
Después de estar dos meses en la casa de acogida junto a Lily, Marcel fue adoptado de forma permanente por una familia. Aunque Maria-Eve sentía un poco de tristeza al verlo partir, sabía que Marcel tenía un hogar amoroso y seguro para siempre.
© Foto: Facebook / Chatons Orphelins Montréal
Maria-Eve nunca olvidaría la sensación de alivio y felicidad que experimentó cuando finalmente logró rescatar al gatito callejero. Desde ese momento, ella se convirtió en una voluntaria activa en el refugio Chatons Orphelins Montreal. Con el tiempo, ella aprendió mucho sobre cómo ayudar a los gatos callejeros y se esforzó por encontrar hogares permanentes para ellos.
© Foto: Facebook / Chatons Orphelins Montréal
Lily, la voluntaria que acogió a Marcel, se convirtió en una buena amiga de Maria-Eve. Juntas, trabajaron arduamente para ayudar a los gatos callejeros, y en ocasiones, pasaron horas entrenándolos y brindándoles cariño y atención.