Una enfermedad tan dura como el cáncer es algo que marca para siempre a una familia, especialmente si se trata de una pequeña bebé. Molly Hughes fue diagnosticada con un neuroblastoma tan sólo un par de meses después de su nacimiento.
Se trataba de un tumor muy agresivo así que los médicos no daban a su familia muchas esperanzas de que lograra recuperarse.
El tumor de Molly fue detectado cuando estaba en etapa 4.
Afortunadamente, Molly resultó ser una bebé sumamente fuerte y su familia no cabía en sí de alegría al ver que los tratamientos comenzaban a dar incluso mejores resultados de lo esperado. Chelsea Hughes, la madre de la pequeña, explicó a los medios lo duro que fue pasar 130 días en el hospital para asegurarse de que Molly contara con toda la ayuda que necesitaba.
“Una vez que tu hijo es diagnosticado con cáncer tu vida cambia para siempre. Nunca te rendirás. Todo lo que quieres es que no sufra ningún dolor, que se sienta bien y pueda tener una vida normal. Tu única meta es que siga con vida al día siguiente”.
Las pruebas indicaban que Molly tenía un tumor del tamaño de una pelota de softball así que el tratamiento debía comenzar de inmediato. La pequeña bebé fue sometida a 5 rondas de quimioterapia, 2 trasplantes de células madres, 12 días de radiación, 6 rondas de inmunoterapia y una cirugía.
Molly fue diagnosticada cuando solo tenía 5 meses de haber nacido.
A pesar del impacto que estos tratamientos tan agresivos pueden generar en alguien de tan corta edad, la dulce bebé parecía retomar cada vez más sus fuerzas.
“Siempre mejoraba después de cada tratamiento. Al comienzo quedaba muy débil pero unos días después ya lograba volver en sí y jugaba todo el tiempo”.
Una de las consecuencias más duras fue que la pequeña Molly perdió la audición, pero su familia decidió seguir luchando. La meta principal era que la linda bebé lograra sobrevivir y pudiera tener una larga vida junto a ellos.
Molly y su familia viven en Kentucky, Estados Unidos.
Ahora, tras pasar los meses más difíciles de su vida Chelsea lloró de alegría cuando recibió la noticia con la que tanto había soñado: las últimas pruebas revelaban que Molly estaba libre de cáncer.
“Sentí que caía al suelo. Sólo pude ir hacia ella y abrazarla durante cinco minutos”.
Ahora la linda bebé ha vuelto a casa y ha comenzado finalmente a tener la vida que todos los niños de su edad merecen. No para de jugar y derretir el corazón de todos los que la conocen. Su familia asegura que lo que los ayudó a sobrepasar este momento tan duro fueron las oraciones.
“No podemos dejar de agradecer a todas las personas que han estado rezando por nosotros y nos han apoyando en estos meses tan duros”.
Celebramos la recuperación de una bebé tan especial como Molly y esperamos que disfrute al máximo su vida junto a su familia.
Esta historia nos recuerda la importancia de nunca rendirnos y aprender de la fortaleza de esta pequeña luchadora.
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