Hasta aquí todo correcto pero, ¿de qué tipo de materia estamos hablando? ¿Cómo es la estructura interna de una estrella de neutrones? ¿De qué está hecha? Aunque los teóricos han avanzado diferentes modelos para explicarlo, sigue siendo un misterio.
Conocer el interior de las estrellas es complejo porque solo tenemos información de lo que sucede en la superficie. En el caso de las estrellas de neutrones esto se ve complicado por el hecho de que no tenemos demasiada idea de lo que sucede cuando la materia se encuentra tan comprimida. Pero aún así, los astrofísicos teóricos tiene cierta idea, bastante general, de lo que pasa debajo de su fina atmósfera de hidrógeno y helio.
Debajo de esa atmósfera tenemos es una corteza de, como mucho, dos centímetros de espesor compuesta por núcleos atómicos y electrones circulando libremente entre ellos, seguida por una capa más interna de núcleos atómicos pesados y neutrones y electrones libres. Por debajo de esa corteza interna la presión es tan alta que los protones y electrones se unen para formar neutrones. Debajo de ahí llegamos al núcleo, un lugar donde las especulaciones teóricas se disparan. Se piensa que se encuentra dividido en dos zonas. La más externa puede consistir en un líquido cuántico rico en neutrones mientras que la interna… Bueno, aquí los físicos solo se aventuran a decir que se trata de materia ultradensa. Como dice la astrofísica de la Universidad de California Jocelyn Read, “una cosa es conocer los ingredientes y otra es entender la receta y cómo esos ingredientes van a interactuar entre sí».
Unos piensan que lo que se tiene son quarks y gluones (las partículas con las que se construyen los protones y neutrones) deambulando libremente. Otros creen que quizá haya otras partículas, como los hiperones, compuestos por tres quarks (neutrones y protones solo tienen dos). Estos son muy inestables y se desintegran rápidamente pero quizá a esas inconcebibles presiones sean estables. Otra posibilidad es que en el centro tengamos un condensado de Bose-Einstein, un estado de agregación de la materia que se encuentra por debajo del sólido. En él todas las partículas colapsan al mismo estado fundamental y se comportan como si fueran un único “superátomo”. En este caso, si el centro es un condensado de Bose-Einstein, la estrella debe tener un radio más pequeño que si estuviera hecho de material ordinario. Y si está hecho de hiperones el núcleo podría ser más pequeño aún. Por eso medir el radio con precisión es muy importante. Por desgracia ese tipo de medidas son muy complicadas de hacer y tiene muchas imprecisiones: solo se ha calculado en una docena de púlsares y el margen de error es la quinta parte de su tamaño. Del mismo modo, medir la masa también es importante. En la actualidad solo se puede estimar en el caso de púlsares en sistemas binarios, pues se calcula a partir de sus elementos orbitales, pero aún así las estimaciones adolecen de un error experimental de casi una masa solar.
Por eso muchas esperanzas están puestas en Neutron star Interior Composition Explorer (NICER), dedicado a recoger las emisiones en rayos X que se originan en los púlsares. Va equipado con 56 detectores recubiertos de oro que registran, además, el momento de la llegada del pulso con una exactitud de 100 nanosegundos, algo fundamental para poder determinar su periodo de rotación.
Fuente: mundooculto.es